El vino de la semana: Clos Mogador 2020

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Icónico Priorat puesto al día que ha mantenido el espíritu inicial y que en esta nueva añada muestra una especial redondez y sedosidad

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Mogador 2020

Clos Mogador 2020

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René Barbier Meyer, segunda generación al frente de la bodega familiar Clos Mogador, fundada por su padre en el Priorat, afirma que “Mogador es la máxima expresión de su terroir”. O sea, que se respeta al máximo la viña en este icónico vino que estrenó el vértice de la pirámide cualitativa del vino catalán: los Vi de Finca Qualificada. Añade que buscan tener una biodiversidad lo más rica y variada posible, y que trabajan con la mínima intervención tanto en el viñedo como en su bodega de Gratallops ganada excavando en la roca. Utilizan exclusivamente las levaduras indígenas de sus viñedos, practican largas maceraciones y realizan lentas fermentaciones. René Barbier Meyer se muestra convencido de que “cada vino es un viaje único e irrepetible” pero que con el Clos Mogador quieren “transmitir y compartir” la esencia de donde nació. Su padre René Barbier Ferrer confiesa que es “un obseso de la expresión del terroir”. Y añade que “la identificación de un vino es la foto de donde ha nacido”. Por ello afirma que “un enólogo que no vive sus viñas se transforma, automáticamente, en el peor enemigo del espíritu de un gran vino”.

Una bailarina y artista francesa y un catalán con orígenes franceses que comerciaba vino, el matrimonio formado por Isabelle Meyer y René Barbier Ferrer, encontraron en 1978 en Gratallops un lugar que calificaron de “ensueño”. En 1979 adquirieron Clos Mogador, su primera finca en el Priorat, y empezaron a vinificar su primer vino en esta zona, que bautizaron con el nombre de la finca. Aunque Clos Mogador es el fruto de muchas generaciones de una misma familia, René y su vino, que encandiló desde un buen inicio a Robert Parker (el fundador de The Wine Advocate, la publicación más influyente a nivel mundial del sector del vino), han sido una de las grandes referencias del resurgir del Priorat histórico. René Barbier fue, junto con Álvaro Palacios, Josep Lluís Pérez, Daphne Glorian y Carles Pastrana, uno de los grandes artífices de la transformación radical de un Priorat que ha situado no pocos vinos en la cúspide mundial. 

Christian René Barbier en el viñedo

Christian René Barbier en el viñedo 

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Dicen desde la bodega que es “un vino innovador y al mismo tiempo tradicional”. René Barbier hijo ha querido mantener intacta la obra de su padre, aunque con pequeños retoques. En la última actualización del diseño de la etiqueta se introdujo un nuevo dibujo realizado por su madre Isabelle, en el que se representan los viñedos y la bodega de Clos Mogador con el Montsant como telón de fondo. Por ello ha mantenido inalterado el cupaje inicial del Clos Mogador, en el que no se ha renunciado a las variedades internacionales cabernet sauvignon y syrah. Entiende que el cambio climático no favorece a la cabernet pero, por razones sentimentales y de historia de la bodega, no quiere renunciar a esta variedad ni arrancarla. De hecho, hace tres años que elabora un monovarietal de cabernet que aún no se ha comercializado. También es cierto que han sustituido poco a poco por variedades autóctonas parte de sus plantaciones de cabernet, las más expuestas al sud y a los rigores de la insolación.

Un enólogo que no vive sus viñas se transforma en el peor enemigo del espíritu de un gran vino

René Barbier Ferrer

Los trabajos agrícolas son dirigidos por Christian Barbier Meyer. El viñedo de Clos Mogador es un bonito anfiteatro de pizarra (llicorella). Trabajan en favor de la biodiversidad y el policultivo (las vides conviven con almendros, olivos o cereales), siguiendo las prácticas de las agriculturas regenerativa y biodinámica. También aplican los principios de la permacultura y la filosofía de Masanobu Fukukoa (intentan seguir los ritmos naturales medioambientales, sin forzarlos en ningún momento). Siembran plantas para cuidar a sus vides, sin utilizar ni insecticidas ni pesticidas. Dejan cobertura vegetal autóctona en unos viñedos en los que también siembran anualmente cebada, vezas, mostaza, trébol y flores que nacen en distintos momentos del año para favorecer la introducción de las abejas en sus fincas. 

Clos Mogador en primavera

Clos Mogador en primavera

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Luchan contra las plagas con maceraciones y decocciones de plantas que nacen en la misma finca o junto a los cursos fluviales del Priorat (cola de caballo, ortigas, diente de león, valeriana…) reproducidas en su huerto comunitario. Además, aplican biofertilizantes con microbiología de los bosques cercanos y biochar, el carbón vegetal que obtienen de restos vegetales y residuos de biomasa.  Favorecen también la proliferación de microorganismos e insectos para crear un entorno más equilibrado y rico en biodiversidad. Incluso pasean a sus gallinas por los viñedos en una vieja caravana convertida en gallinero rodante. Sus huevos se reparten entre los trabajadores. A la vez, utilizan una maquinaria muy ligera y animales para labrar (caballos y mulas) para no compactar el terreno y no contaminar.

Christian Barbier asegura que al dejar de utilizar por completo productos químicos consiguió, poco a poco, “convertir un desierto en un pequeño oasis”, favoreciendo la llegada de insectos, animales y microorganismos. Su hermano René afirma que a partir de la añada 2016 vio un cambio gracias al trabajo de Christian: “vi más luz, un vino con más vida y más vibración”. Desde la calurosa y seca añada del 2011 que combaten los efectos del cambio climático conscientes de que un gran vino ya no debe estar, obligatoriamente, marcado por una gran concentración y por una alta impronta de la crianza en madera. Apuestan ahora por vinos más frescos, con mayor acidez natural, con un perfil más equilibrado, rehuyendo los maquillajes y con menos extracción y capa. Además de vinos, elaboran miel y aceite y ahora estudian cómo sacar provecho de sus almendras.

Bodega de Clos Mogador

Bodega de Clos Mogador

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Aseguran desde la bodega de los Barbier que la garnacha (45%), la cariñena (29%), la syrah (16%) y la cabernet sauvignon (10%) del Clos Mogador 2020 “se transmutan entre las duelas de roble, bajo la cuidadosa atención del viticultor René Barbier hijo, para surgir, rojas de emoción, en el momento óptimo de su madurez”. Se añade que “una elaboración artesanal da luz a unas pocas botellas llenas de amor y generosidad, preparadas según las mejores tradiciones de los grands crus”. La elaboración, con levaduras indígenas, se realiza con un 30% de raspón, y con una larga maceración que puede oscilar de los 35 a los 65 días. El prensado se realiza con una vieja y singular prensa vertical de aceite de los talleres Vulcano, de la antigua empresa Rodes Hermanos de Alcoy. Crían su Clos Mogador en fudres de roble francés de 2.000 litros de capacidad, durante 18 meses.

Clos Mogador 2020

La elaboración, con levaduras indígenas, se realiza con un 30% de raspón, y con una larga maceración 

La del 2020 fue una añada muy complicada por la histórica afectación de una plaga causada por el hongo mildiu, que diezmó los viñedos. Pero en Clos Mogador estuvieron muy encima de las viñas y consiguieron salvar parte de la cosecha pese a un impenitente hongo que afectó principalmente a la floración, causando una sensible disminución de la producción. “Luchamos mucho este año en las viñas”, asegura René Barbier Meyer. Y asegura que, “pese a haber menos uvas, las plantas estaban preciosas, con mucha más superficie foliar que de costumbre y menos estrés hídrico”. Añade que “las vides vivían más felices esta añada por las reservas de agua a pesar de vivirse un verano muy caluroso”. Todo ello les regaló unas bayas con taninos sedosos y redondos, muy bien polimerizados, y con especial frescor pese a la mayor concentración.

Clos Mogador 2020, un Vinya Classificada de Gratallops, es de capa media y del color de las cerezas picotas, con tonalidades violáceas. Exhibe notas de fruta roja y negra en un fondo de vainilla, de caja de puros y una punta mineral (entre punta de lápiz y metálico). También presenta notas de hinojo, romero, tomillo, hoja de tabaco, regaliz y chocolate. A René Barbier le gusta su “mineralidad negra”. En fase gustativa se muestra fresco, largo, con tensión y con una muy buena acidez (sin acidificación). Destaca con unos taninos súper pulidos, que hacen que este tinto sea amable, redondo y con una sensación táctil aterciopelada. Es una orquestación donde nada desafina. 

Vendimia en Clos Mogador

Vendimia en Clos Mogador

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René Barbier Meyer, que asegura que “la magia es conseguir un vino fresco sin taninos verdes”, intenta evitar las notas lácticas, y por eso juega con un 30% de uva entera con raspón. Y también parte del cabernet sauvignon lo cosechan tempranamente y lo elaboran con una maceración carbónica para conseguir una mayor acidez, con la que refrescar el cupaje de un vino con 15º de alcohol. El resto del cabernet cofermenta con las otras variedades. Pretende que predomine la mineralidad por encima de la fruta y de la madera. Se recomienda servir el vino a una temperatura de 16º. Desde la bodega se afirma que combina a la perfección con carnes de caza o asados. También es ideal con un rodaballo a la brasa. Pero René Barbier Meyer lo prefiere acompañar, por razones emocionales, con un conejo al vino con chocolate como el que cocinaba su madre Isabelle. Es un plato al que le tiene “mucho cariño”.

La producción anual de la bodega es de 29.000 litros, que se elaboran a partir de las 35 hectáreas de viñedo propio. Actualmente elaboran unas 35.000 botellas anuales, de las cuales 21.000 corresponden a su icónico Clos Mogador. Exportan un 70% del total de su producción, principalmente a Suiza, Estados Unidos y a diversos países europeos. La clave del éxito reside en el buen entendimiento entre los hermanos René (elaboración y comercialización) y Christian (viticultura), que son los actuales propietarios. René dice que ha conocido a su hermano, con el que se lleva casi 20 años, en el trabajo. También destaca como un factor determinante de su empresa la expresa voluntad de generar un buen ambiente laboral entre la veintena de trabajadores, un equipo muy joven, fomentando prácticas saludables e implicándoles para “hacer cosas que les gusten y crear sinergias compartiendo nuestra filosofía”. Dice René Barbier Meyer que “nos consideran un clásico, lo cual no es ni bueno ni malo, pero mi padre fue un hippie y mi hermano y yo no nos consideramos clásicos ni personas inamovibles, nos gusta evolucionar, aunque no siempre acertemos”.

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